DE INNOVACIÓN A
MUSEOS ETNOGRÁFICOS [1 / 3]
(O del HUCA –Asturias – al
Rheinisches Landesmuseum für Volkskunde – Kommern – Alemania -)
La informatización de
una empresa con la consiguiente aplicación informática pasa, en primer
lugar y según experiencia directa, por una fase de importancia decisiva: el
análisis de los procesos que se quieren formalizar informaticamente con el
objetivo de hacerlos más rápidos y seguros. Este análisis lleva una
componente esencial de trabajo de campo, es decir de entrevistas y
reuniones de trabajo con los futuros usuarios de la aplicación
informática, porque son ellos precisamente los conocedores de los procesos
específicos a informatizar. No se entiende muy bien, por tanto lo que ocurre en
el Nuevo Hospital Central de Asturias. ¿Han aterrizado una
aplicación totalmente ignorada por sus usuarios?
Los museos etnográficos,
entre otros objetivos, poseen un objetivo estratégico y es el permitir
establecer continuidad entre las sucesivas fases de las tecnologías, conocer
los ‘saltos’ innovadores, así como las condiciones en que éstos tuvieron lugar.
Parece sintomático el hecho de que en Asturias, los museos etnográficos
aparecieron tarde y con dificultades (cuya muestra paradigmática se registra en
el caso del Museo Etnográfico de Grandas de Salime). La
incorporación de las ideas sobre el acontecer de los procesos de innovación
tecnológica a las representaciones compartidas (al común de los ciudadanos) y a
los grupos que tienen como objetivo la elaboración de conceptos económicos, políticos
y sociales, resulta decisivo en el desarrollo de una sociedad.
En Asturias se
perciben desde hace tiempo la confusión (tanto en la sociedad, como en los
lugares de elaboración de conceptos) entre novedad e innovación.
Se suele creer que toda novedad constituye una innovación.
Se generan de esta guisa lo que yo he dado en llamar sincretismos
perversos, lo que (simplificando este intento de conceptualización)
equivale a decir mezclas de ideas con efectos bloqueantes en el
desarrollo personal y de grupo. Dicho de otra forma, se atribuye
a la tecnología un carácter mágico y meramente externo, prescindiendo
del análisis de dónde (a qué procesos) se va a aplicar; y prescindiendo del
análisis de en qué lugares funcionaba bien y porqué. Y es que una auténtica
innovación incluye síntesis con la realidad, ‘capturable’ ésta mediante trabajo
de campo (similar al del etnógrafo).
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