lunes, 18 de febrero de 2019

NUNCA FUI A SAMARCANDA


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“Nunca fui a Samarcanda”, de mis memorias (29/12/2010)

Publicado en amisalas.org el 31 marzo 2013 by root in Colaboraciones

Dormí de un tirón hasta las 3 de la madrugada. Entre los libros que hacían cola a la cabecera de mi cama, cogí Samarcanda de Amín Malouf. A las 6 me quedé dormido nuevamente cuando leía el poema:
“Nada, no saben nada, no quieren saber nada.
Si no eres de los suyos te llaman incrédulo.
Ignóralos, Jayyám, sigue tu propio camino”- Samarcanda de Amín Malouf

Este es el texto que recita Omar Jayyám, ante el gran juez de Samarcanda, después de haber sido apaleado por el Estudiante de La Cicatriz acompañado de una banda de fanáticos, a causa de haber defendido a Jaber El Largo, discípulo preferido de Abu Alí Ibn – Sina (Avicena) de otra paliza callejera por los mismos fanáticos.

Es al día siguiente cuando entretejí estas notas. Iba con Eva, Tri y Tul en una de mis frecuentes peregrinaciones a San Bartolo, venerado junto con Juan Evangelista y el novicio Esteban en la capilla de Pende. Pueblo vecino a Lavio – capital y parte de la misma Parroquia (antiguo Concejo y Coto de Lavio). Según la Biblia, Bartolo era Natanael, aquel que exclamara, bajo la Higuera al Paso de Jesús, ¡Qué de bueno puede venir de Nazatet!

Era en 1966. Otoño. Estaba en París preparando mi partida para Leipzig, donde me esperaba el Herder Institut (Alemán y repaso en dos años de todo el Bachillerato alemán e ingreso en la Hochschule für Ökonomie zu Berlín – Karlhorst). Fue mi última actividad como representante internacional del movimiento estudiantil democrático de España: asistir a aquel Seminario internacional de estudiantes en Leningrado. La novedad no era tanto, aunque también, el carácter internacional del evento, como el hecho de que en el mismo tomaran parte uniones de estudiantes afiliadas a la Conferencia Internacional de Estudiantes (CIE, con sede en Leyden – Holanda – con fama de estar penetrada por la CIA) y uniones de estudiantes afiliadas a la Unión Internacional de Estudiantes (UIE, con sede en Praga – con fama de estar dirigida por la KGB).

Ya había habido otro seminario similar en el invierno del 65 en Helsinki, pero éste tenía carácter exclusivamente europeo. La Unión National des Etudiants de France, afiliada a ambas centrales estudiantiles internacionales me cedía un despacho en sus oficinas de la rue Soufflot y se prestaba gustosa a actuar como introductora de la representación española.

En París estaban otros dirigentes del movimiento con los que consensuaba las posiciones a defender. Entre ellos estaban Joaquín Leguina, Carlos Romero y Nacho Quintana. Durante el verano se incrementaba el censo de estudiantes españoles en Paris.

Durante los años 1965 y 1966 se celebraron multitud de congresos y seminarios de estudiantes: Congreso de la UNURI italiana en Viaregio, Congreso de la UNEF en Grenoble y el ya mencionado Seminario Europeo de Helsinki. Los encuentros internacionales bilaterales eran constantes entre representaciones de estudiantes de todos los continentes, especialmente de Europa y América. Faltaba aún año y medio para mayo del 68, fecha que monopoliza hoy todas las demás fechas de esos años.

Y es en este espacio de tiempo que tuvo representación en todos estos eventos el Komsomol de la URSS. Siempre venían dos representantes, que destacaban por aparentar una edad significativamente superior a la media. También por el uso de corbata. Eran amables, sobre todo el que aparentaba más joven. Ambos ocuparon un lugar central en el desarrollo del Seminario de Leningrado.

Había representaciones de todos los continentes y de las tendencias más diversas. Todo transcurría con normalidad hasta que en una breve pausa – café nos pasan un texto muy breve (no más de una cuartilla a doble espacio a máquina). Pretendía ser un comunicado de prensa. Todos o la inmensa mayoría, dijimos que teníamos que pensarlo. Corrían tiempos en que los diferentes movimientos estudiantiles nacionales elaboraban documentos de análisis y manifiestos llamando a la acción, que, a la par que extensos pretendían ser rigurosos, asentando las bases teóricas del movimiento. Hoy puede parecer muy pretencioso, pero así eran las cosas: De manera bastante generalizada existía el convencimiento de que se habían comprendido las regularidades históricas, de que había que cambiar la situación política, social y económica del mundo y de que ello era posible.

La sesión de tarde de aquel día, se fue prolongando poco a poco, hasta que se convirtió en sesión nocturna y, poco a poco llegamos al amanecer. La cuestión fue que la lectura de la cuartilla propuesta generó un número creciente de intervenciones que efectuaban propuestas in voce, que eran redactadas con gran agilidad e incorporadas a la cuartilla original. Surgió así un extenso documento, aprobado por unanimidad que fue entregado a los representantes del Komsomol, para su reproducción y firma. Cansados, pero satisfechos, nos retiramos, ya de día, al hotel.

Y ya en Moscú, durante la comida, pasan el texto a firmar. ¡Cual no sería la sorpresa de todos cuando vimos que se trataba del texto inicial, de la cuartilla inicial …! Al día siguiente emprendíamos casi todos el viaje de regreso. Y circula la noticia de que algunos han sido invitados a quedarse una semana más para visitar Samarcanda. Todos los que no quisimos firmar la cuartilla del Komsomol no fuimos invitados a viajar a Samarcanda.

Desde entonces han cambiado mucho el contexto y las expectativas, las convicciones y las certezas, el conocimiento y la ignorancia, lo posible y lo imposible; desde entonces, se han organizado muchos viajes a Samarcanda y se han cursado muchas invitaciones para ir a Samarcanda. Algunos nunca las hemos aceptado