SANTIAGO CARRILLO
- cuatro reflexiones a propósito de su muerte -
El fallecimiento de Santiago Carrillo,
Secretario General del Partido Comunista de España (1959 – 1985) ocurrido el 18
de septiembre de 2012, me lleva a repasar brevemente algunos momentos de los
que fui testigo y a realizar algunas reflexiones rápidas.
1. BERLÍN ORIENTAL. Conocí
a Santiago Carrillo en Berlín Oriental en el año 1969. Eran los tiempos de la
escisión del PCE encabezada por Enrique Líster. Se celebraba una reunión de la Agrupación de Berlín
oriental, al final de la cual yo era uno de los tres únicos militantes que
estaba de acuerdo con la condena de la intervención de los tanques del Pacto de
Varsovia para ahogar la Primavera de Praga. Al final de la reunión
Santiago Carrillo me dijo, “ven a verme al Hotel del Comité Central” (del SED “Sozialistische
Einheitspartei Deutschlands” = “Partido Socialista Unificado de Alemania” =
partido comunista de Alemania oriental). “Te estaré esperando, por si no te
dejan pasar”. Y, efectivamente, me estaba esperando en una especie de pasillo
abierto situado en el primer piso, con vistas al gran hall del lujoso hotel.
Nos entrevistamos en su habitación. Lo
primero que dijo fue: “Yo sé que tienen
micrófonos puestos, pero yo voy a hablar libremente”. Cuando cautelosamente
me referí a la ausencia de socialismo en aquel país y a la complejidad y a las
dificultades de una transición hacia el socialismo, él me interrumpió y dijo
claramente: “Aquí no hay libertad. Es
imposible que haya socialismo sin libertad. Sin libertad no puede haber socialismo”.
2.
ASTURIAS. En Asturias, su tierra, Santiago
Carrillo fue mal recibido. Él y sus ideas. La mayoría de la organización del PC
en Asturias estaba en contra del abandono del Leninismo, aprobaban la intervención
de los tanques de la URSS
contra la Primavera
de Praga, etc. Por eso un importante número de militantes abandonaron el
Partido Comunista. Lo paradójico reside en que muchos de ellos ingresaron posteriormente
en el PSOE, donde ocuparon puestos de relevancia.
3.
LA NO RENOVACIÓN
DEL PCE.
En el marco de posiciones críticas que
mantuve siempre, yo consideraba que el PCE no había efectuado la renovación
para la cual disponía de mejores cuadros dirigentes y militantes (integrados en
los más diversos medios sociales de España) que el PSOE, que sí la hizo. Y
Santiago Carrillo había tenido responsabilidad en ello, así como en un continuo
flujo de expulsiones y desafecciones. El discurso del PCE y sus rostros
visibles hubiesen cambiado. Hoy, a la vista de lo ocurrido en Italia con el PCI
y en la ya extinta URSS con la
Glasnost y la
Perestroika de Gorbachov, me pregunto si eso hubiera evitado
la quiebra total del PCE.
4.
LA ÉPOCA FINAL DE SANTIAGO CARRILLO. En su última
etapa, Carrillo careció del nervio intelectual y ético para enfrentarse a la
quiebra del PCE (política, social, teórica), así como a la quiebra definitiva
del experimento llevado a cabo en los países del llamado “socialismo real”
(quiebra económica, social, teórica y política). El propio Carrillo me había
transmitido en la entrevista de 1969 en Berlín oriental la causa central de
ambas quiebras: la falta de libertad.
La ausencia de libertad dio lugar a
que se careciese de ideas y de personas alternativas adecuadamente cualificadas
y reconocidas. Cuando los debates se cierran mediante la liquidación física, la
calumnia, la expulsión a las “tinieblas exteriores”… se elimina la capacidad de
reproducción eficiente de cualquier organización, se llega a un estado de entropía. Los sistemas cerrados, ya se sabe, son entrópicos.
Santiago Carrillo cerró un círculo sobre
sí mismo, regresando al área del PSOE. Y lo hizo de la peor manera o en el peor
momento. Se echó en brazos del PSOE de Zapatero, contribuyendo a la
resurrección del espíritu de guerra
civil, negando así la política de
reconciliación nacional (que él mismo encabezó) y contribuyendo a
cuestionar los consensos básicos de la
transición (en cuya creación el mismo había colaborado de manera lúcida y
valiente).
Quizás su deriva progresiva hacia el PSOE
puede que venga a corroborar sincrónicamente lo que la historia nos muestra:
los partidos comunistas tenían una matriz socialdemócrata básica de la que
procedían. Carrillo cierra el círculo, regresa, no avanza en sus análisis (para
los que, sin embargo, disponía de datos acumulados suficientes).
Y
5. Considero pertinente terminar esta nota
diciendo: A medida de transcurre el
tiempo, adquieren mayor relevancia aspectos positivos de la trayectoria de
Santiago Carrillo, como son la política de reconciliación nacional,
contribución decisiva a los consensos básicos de la transición y su oposición
a las dictaduras de los países del “socialismo real”y su pronunciamiento por la
libertad (“Dictadura, ni la del proletariado” dijo hace ya muchísimo tiempo).
Pedir que nos dejase además una reflexión más certera sobre el futuro posible de
las sociedades humanas puede que sea excesivo para un español nacido en Asturias
en 1913.