martes, 17 de septiembre de 2013

(DE CÓMO SE RELACIONAN LOS COSTES DE TRANSACCIÓN Y EL DINAMISMO ECONÓMICO) [2/2] [Modesto homenaje a Ronald Coase]

Transparencia, confianza, costes de transacción y desarrollo económico
(DE CÓMO SE RELACIONAN  LOS COSTES DE TRANSACCIÓN Y EL DINAMISMO ECONÓMICO)
[2/2]
[Modesto homenaje a Ronald Coase]
COSTES DE JERARQUÍA (Oliver E. Williamson).[1]
Las empresas, las jerarquías surgen para superar los costes que supone el uso del mercado o lo que es lo mismo, los costes de transacción. Efectivamente, el convenir dentro del mercado con todos los suministradores de bienes y servicios que requiere la realización de operaciones económicas, plantea una serie de problemas de cuya solución resultan de costes significativos: a) obtener la información de dónde se encuentra el suministrador(es), b) negociar las condiciones, c) determinar las mejores condiciones, d) garantizar el precio, la calidad, la cantidad, la fecha y el lugar de entrega. Estos costes, que contablemente aparecerían difusos en varias cuentas, son los que denominamos costes de transacción.

La empresa como jerarquía nace al internalizar todas estas funciones mediante contratos estables o de mayor estabilidad (con mayor información a priori y con mayor garantía de control). La empresa resulta así, un espacio planificable dentro del mercado (opaco desde el punto de vista de la información y no planificable).

De acuerdo con ésta lógica (paralela y compatible o complementaria a la de las economías de escala por tamaño interno contiguo), los costes de transacción podrían ser reducidos ad infinitum mediante el crecimiento del tamaño de la empresa (de la jerarquía).

Ocurre, sin embargo, que el crecimiento del tamaño de una jerarquía da lugar al surgimiento de otros costes, similares a los de transacción, pero internos. Son los costes de jerarquía. Contablemente se encontrarían repartidos de forma difusa en diferentes cuentas de gasto (costes de personal, costes de materiales, costes de averías, costes de producciones defectuosas, costes de inactividad, etc.).

Así, la huida de los costes de transacción hace incurrir en costes de jerarquía. Y viceversa. Hay quien propone que la solución se encuentra en un planteamiento de tipo ecléctico: El tamaño de la jerarquía debe ser aquel en el que se igualen los costes de transacción y los costes de jerarquía.

TRANSPARENCIA - CONFIANZA

Aparece sin embargo otra solución al círculo vicioso de  costes de transacción – costes de jerarquía. [2]

Para depurar el razonamiento que sigue, debemos dejar claro, en primer lugar, que en el mercado conviven y se combinan causalidades lineales, causalidades ‘arborescentes’, causalidades probabilísticas y causalidades sistémicas, así como indeterminaciones. Y, en segundo lugar, que el contrato perfecto no existe, pues su coste y su plazo de elaboración resultan disuasorios de la operación a regular.

La existencia previa de un entorno de confianza reduce los costes de transacción sin incurrir en costes de jerarquía inhibitorios del emprendimiento y del desarrollo empresarial. El problema reside en cómo se consigue dicho entorno de confianza.

Aquí entran en juego, a mi modo de ver, tres niveles del sistema social enlazados entre sí y con el sistema económico.

UNO. El sistema de normas positivas, que incluyen el sistema jurídico y el sistema político.

DOS. Los mecanismos de control y regulación del sistema económico y de las intervenciones en el mismo. Que pueden estar contenidos en normas de muy diferente rango, pero que requieren un diseño, una instalación y un mantenimiento muy específicos. A modo de ilustración podemos citar las normas que exige la auditoría de cuentas para calificar de imagen fiel las cuentas de una empresa.

TRES. El sistema cultural. Y ello es así puesto que a las normas positivas subyacen otras normas o reglas de juego que forman parte de la cultura que viene siendo configurada en cada territorio específico. Y que incluye otros aspectos o vertientes tales que los valores y  las representaciones del mundo compartidas.

Con intención de recapitular ordenadamente diremos: 

1. Las claves del dinamismo económico (pero también del dinamismo social y cultural) se encuentran en la interacción del sistema político – jurídico, del sistema económico y del sistema cultural.

2. La transparencia se genera mediante mecanismos de control y supervisión adecuadamente diseñados, instalados, mantenidos y renovados en UNO, DOS y TRES.

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Desde el punto de vista del desarrollo local o desarrollo endógeno de un área territorial definida por rasgos comunes, otro factor de solución al círculo vicioso de  costes de transacción – costes de jerarquía que es la creación de sistemas de empresas y de sistemas de empresas vinculadas a territorio – cultura, es decir sistemas locales de empresas.

Los lazos culturales que ofrece, en una u otra medida, el territorio, abren la posibilidad descrita. Esta posibilidad se realiza en determinados casos, como en los Distritos Industriales italianos y en otros sistemas locales de empresas, referidos en la ya abundante literatura sobre el desarrollo local. En otros casos, esta posibilidad permanece abierta, aunque  sometida por estrangulamientos y bloqueos de índole compleja que impiden su despliegue. En las tesis del desarrollo local que defendemos, estos estrangulamientos y bloqueos podrían ser superados mediante el adecuado apoyo externo. Por adecuado queremos significar el respeto a ciertas restricciones para cuya exposición carecemos aquí de espacio pero que son localizables en la bibliografía facilitada.

El sistema cultural de un territorio incluye representaciones en común del mundo, instituciones, valores y saber hacer. El saber hacer junto con las formas organizativas derivadas, enlazadas o apoyadas por las instituciones, son un yacimiento de productos diferenciados y de formas organizativas diferenciadas para su obtención y puesta en valor. Estamos, pues, en presencia de un potencial de estrategias de diferenciación de producto y de flexibilidad organizativa; o, lo que viene a ser equivalente, un potencial de innovaciones capaces de impulsar a las iniciativas emprendedoras por sendas de rendimientos crecientes.

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COLOFÓN

Diremos para finalizar esta nota de manera totalmente explícita, que la vía de superación de los costes de transacción sin incurrir en tamaño de costes de jerarquía que resulte disuasorio para el dinamismo social, económico y cultural, deben diseñarse, instalarse, mantenerse y renovarse mecanismos de control y supervisión idóneos en cada caso. La hipertrofia de las jerarquías, públicas, privadas y mixtas, disuaden el dinamismo y, de forma específica, el dinamismo emprendedor, e incrementa los riesgos de opacidad recurrente (recurrencia ampliada de la burocracia y de las redes clientelares).




[1] WILLIAMSON, Oliver E.: TRANSACTION-COST ECONOMICS: THE GOVERNANCE OF CONTRACTUAL RELATIONS, Journal of Law and Economics, nº 22, pp. 233-261, 1979
WILLIAMSON, Oliver E.: LAS INSTITUCIONES ECONÓMICAS DEL CAPITALISMO, Fondo de Cultura Económica, 1989

[2] Proyecto Valle del Ese I (1986  - 1988); Seminario Valle del Ese (1987- 1996); Proyecto Valle del Ese II, Proyecto Sobrarbe y Ribagorza, Proyecto Oca - Tirón -Iniciativa Comunitaria L.E.A.D.E.R. (1995 – 1997)-; “Arquitectura y formas de financiación de las iniciativas locales de empleo” – Zaragoza - , “El desarrollo local en tiempos de globalización” – Valencia - , “Migración, cultura y desarrollo económico” –UNED, Baza, Granada - Proyecto IMPULSO(Iniciativa Leonardo da Vinci de la Comisión Europea), “Vier Thesen über interkulturellen Unternehmer unter Bedingungen des heutigem weltweiten Strukturwandeln” - “Cuatro tesis sobre la ventaja de los empresarios interculturales” (11º Bocholter Forum) - , “Sistemas locales de empresas: viabilidad individual, redes y territorio”. (Instituto de Nuevas Tecnologías, Santa Cruz de Tenerife), Proyecto de desarrollo económico del casco antiguo (Collado – Villalba, Comunidad Autónoma de Madrid) (1997 – 2004)

jueves, 12 de septiembre de 2013

Transparencia, confianza, costes de transacción y desarrollo económico (modesto homenaje a Ronald Coase)

Transparencia, confianza, costes de transacción y desarrollo económico
(DE CÓMO SE RELACIONAN  LOS COSTES DE TRANSACCIÓN Y EL DINAMISMO ECONÓMICO)
[1/2]
[Modesto homenaje a Ronald Coase]
Por la prensa me entero del fallecimiento El 02/09/2013) del economista Ronald Coase, Premio Nobel de Economía del año 1991 por su artículo “La naturaleza de la empresa”. Cité a Ronald Coase, con relación al desarrollo económico, en varias ocasiones y es a esta relación a la que me quiero referir prioritariamente en el texto que sigue (al final de la segunda y última parte reseñaré el itinerario –continuamente dificultado por las circunstancias, debo decirlo- a lo largo del cual trabé las ideas aquí expuestas).
COSTES DE TRANSACCIÓN. – Coase se plantea la cuestión de porqué existen empresas, porqué no se realizan todas las transacciones económicas directamente entre todos los agentes individuales a través del mercado. La causa, nos dice, reside en la existencia de costes de uso del mercado, de costes de transacción. Es huyendo de los costes de transacción que se crean espacios de planificación, que precisan de la correspondiente estructura organizativa explícitamente diseñada. Y que comporta, necesariamente una jerarquía, capaz de soportar una estrategia que oriente la conducta del conjunto hacia la consecución de objetivos, así como unas políticas y unas técnicas de gestión. Una jerarquía culminada por el sujeto emprendedor como condición sine qua non  (fundar y dirigir una empresa tiene componentes técnicas, pero tiene otra componente indispensable que es el empresario).
 Los costes de transacción, pertenecen a esa categoría de costes que, aún siendo decisivos en el análisis, el cálculo y la proyección económica, no se detectan contablemente a través de una cuenta o unas cuentas específicas en la Contabilidad. Pertenecen a esos costes que se entremezclan en la taxonomía usual de costes y que me atrevo a designar como costes difusos.
El comerciante es el antecesor claro del empresario y sus características y funciones esenciales continúan existiendo como características y funciones del empresario. Ambos sujetos detectan espacios de mercado con oportunidades de venta y, paralelamente, otros espacios de mercado  con oportunidades de compra. Es ahí donde nace la operación con margen suficiente para cubrir los costes de transporte, producción, envase y embalaje, etc. Y para obtener una ganancia. El comerciante realizaría operaciones aisladas o esporádicas. Cuando estas operaciones ofrecen perspectivas de recurrencia, de repetición, es cuando resulta necesario crear una estructura, una jerarquía, una empresa. La repetición de operaciones estandarizables hace más rentable operar con organización. Ésta, la organización, reduce considerablemente la reducción de los costes de transacción.
El paso de las operaciones a través de la figura del comerciante a la figura del empresario como elementos centrales en el funcionamiento del sistema económico, se produce en paralelo al tránsito del verlagssystem (continental) al factory system (de las islas). Que, a su vez, se corresponde con la revolución industrial (inglesa).
Las empresas, las jerarquías surgen para superar los costes que supone el uso del mercado o lo que es lo mismo, los costes de transacción. Efectivamente, el convenir dentro del mercado con todos los suministradores de bienes y servicios que requiere la realización de operaciones económicas, plantea una serie de problemas de cuya solución resultan costes significativos de: a) obtener la información de dónde se encuentra el suministrador(es), b) negociar las condiciones, c) determinar las mejores condiciones, d) garantizar el precio, la calidad, la cantidad, la fecha y el lugar de entrega. Estos costes, que contablemente aparecerían difusos en varias cuentas, son los que denominamos costes de transacción.

La empresa como jerarquía nace al internalizar todas estas funciones mediante contratos estables o de mayor estabilidad (con mayor información a priori y con mayor garantía de control). La empresa resulta así, un espacio planificable dentro del mercado (opaco desde el punto de vista de la información y no planificable).
(continúa)



lunes, 2 de septiembre de 2013

LA MEMORIA DEMOCRÁTICA - a propósito de unas opiniones de Gerardo Iglesias

LA MEMORIA DEMOCRÁTICA - a propósito de unas opiniones de Gerardo Iglesias

LA MEMORIA DEMOCRÁTICA

Después de 20 años de silencio y de haber abandonado tanto el PCE como Izquierda Unida, Gerardo Iglesias nos sorprende. Nos sorprende agradablemente en una entrevista en la prensa regional del día 30 de agosto de 2013. Retenemos dos de sus ideas por considerarlas positivas.

“Recuperación de la memoria democrática”, en lugar de “memoria histórica”. Una formulación cautelosa y fina, pero que yo interpreto con alcance de profundidad. Se nos ha hablado durante no menos de seis años, de manera machacona, insistente, con una neo-expresión: “memoria histórica”. La “memoria histórica” formó parte de un coro de expresiones sincréticas y pretendidamente novedosas, pero que, como diría Gustavo Bueno, son palabras carentes de concepto. Se pretende ser innovador e ingenioso mediante sincretismos, carentes de suficiente fundamento, pero no carentes de intención y de eficacia en la consecución de la misma. Decía El Estudiante en el Fausto de Goethe: “Sin embargo, toda palabra debe contener siempre una idea”. A lo que Mefistófeles contestaba: “… cuando faltan ideas hay palabras que pueden sustituirlas; con ellas puede discutirse enérgicamente, y hasta puede erigirse un sistema. Como son palabras tan fácilmente creídas, no se borraría de ellas ni una coma”.

“Recuperación de la memoria democrática”, en lugar de “memoria histórica”. La expresión “memoria histórica” pretendía pasar por encima de la memoria de la lucha contra la dictadura de Franco y de la transición, para centrar toda la atención en la Guerra Civil. Lo que combina muy bien con la ausencia del PSOE en ese largo periodo.

“¿Cómo se puede explicar el grado de descomposición del sistema político y sobre todo el grado de corrupción en este país? Hay corrupción en muchos países, pero con el grado que alcanza aquí, no”.
Cuestiones oportunas, necesarias y con las cuales coincido. Gerardo Iglesias responde a ellas de manera no cerrada diciendo: “Para mí, eso tiene mucho que ver con la forma en que se ha hecho la transición. Han permanecido los mismos hábitos, las mismas personas al frente de las mismas instituciones, de los aparatos del Estado” (…) “El olvido nos ha traído donde estamos. La impunidad nos ha traído hasta aquí. Un país donde los partidos políticos gozan de un descrédito monumental, una desafección hacia la política y los políticos, una corrupción generalizada en la mayoría de las instituciones … ¿Cómo se explica si no todo esto?”

Dejando resaltado todo lo anterior, yo le plantearía a Gerardo Iglesias, algunas cuestiones que para mí resulta forzoso contestar:

1. ¿Qué lugar ocupa la transparencia en el manejo de los asuntos públicos?
2. ¿Cómo se garantizaría dicha transparencia? ¿Sólo con la honestidad de los políticos? A modo de ejemplo ¿cómo se garantizaría la transparencia en la asignación de subvenciones del SAYPE, de la SRP, de los L.E.A.D.E.R.  o de otros fondos públicos, muchos de ellos con cofinanciación europea?
3. ¿Qué aportaciones ha hecho la llamada tradicionalmente izquierda a dicha transparencia?

4. ¿Es lícito pactar con los corruptos?

miércoles, 28 de agosto de 2013

TAMPOCO ESTUVE EN PRAGA - de mis memorias

TAMPOCO ESTUVE EN PRAGA
[de mis memorias]
“¿Qué fuiste a hacer a Praga, Feito? ¿Con quien te reuniste?”. Era el comisario Ramos, Jefe de la Brigada Político – Social en Asturias el que me interrogaba en la planta alta de la Comisaría de Oviedo, justo enfrente del Hospicio, que más se convertiría Hotel Reconquista. Corría la primera mitad de los años setenta.

La tortura en mi caso solo fue psicológica. Siempre sicológica. Tanto en 1965, como al regreso de mi primer exilio (“salir a la superficie”, era la consigna lanzada por Santiago Carrillo) en 1972 y en años siguientes, la policía política del franquismo nunca practicó conmigo la tortura física. Mi primer exilio estuvo rodeado de apoyos en Asturias, en toda España, en Francia (llegué a Paris en 1 de abril de 1965 y Le Monde daba la noticia) y en toda Europa. Tanto la UNEF (Unión Nacional de Estudiantes de Francia, que me ofreció un despacho en sus locales de Rue Soufflot, entre los Jardins de Louxembourg y el Pantheon) como el resto de uniones de estudiantes europeas, me apoyaron. Asistí a todos los congresos que las mismas organizaron, así como a varios Seminarios. Hablé en un mitin de solidaridad con el movimiento estudiantil democrático español en la sala Mutualité. Estuve en el Congreso Mundial de la Paz celebrado en Helsinki en mayo de 1965 (allí conocí a Ángel González, a Antonio Ferres, a Lito La Rebollá (Mieres) entre otros. Allí estaba Pablo Neruda, Bertrand Russel, …). Desde el 1 de abril de 1965 hasta septiembre de 1966 fui el representante de l movimiento estudiantil democrático español en el exterior.

Mi segundo exilio fue interior a la provincia de Asturias y fue originado por el ala más psiquiatrizada del PCE y de sus crupiers y cadys. En un mensaje cifrado transmitido de París por un psicópata a su familia, se decía que yo – no sé en que términos – no era persona de fiar. A mi segundo exilio contribuyó mi punto de vista sobre los entonces llamados “países del socialismo real” o “del socialismo realmente existente”. En amplios grupos de asturianos predominaban ideas que, cuando poco, podrían calificarse de esquemáticas, cromáticas, topográficas, duales, binómicas o bipolares. A ello se añadían mis ideas sobre la necesidad de democracia, libertad y transparencia en un posible socialismo. Recuerdo que a mi ingreso a París desde Berlín, Manolo Azcárate, entre otros dirigentes, me inquiría ante el marasmo en que se encontraban esos países del Este: “Qué salida ves? Se observa algún dinamismo?”. Mi respuesta era rotunda: “No, yo no he notado dinamismo alguno”. Hoy diría que se trataba de sistemas cerrados, entrópicos, incapaces de evolucionar: habían cerrado todas las polémicas de manera autoritaria, militar y habían eliminado (incluso físicamente, mediante tiro en la nuca) a todo marxismo crítico o diferente a la losa de plomo oficial. Así, pues, terminaron colapsando.

Mi tercer y último exilio fue interior a España (me acogió la siempre abierta y siempre grande ciudad de Madrid) y fue originada por la supuesta socialdemocracia asturiana, mejor definida como local socialista. Creí que era posible convivir como técnico (mostrando capacidad y honestidad) en el programa de desarrollo rural denominado L.E.A.D.E.R. (Laissons Entre Actions de Développement Economique Rural). Lo ocurrido, difícil de explicar en aquellos momentos (1996), pudo verse mejor más tarde y con plena claridad en el presente. Diseñé e intenté implantar procedimientos que sirvieran de garantía de transparencia en las decisiones, muy especialmente en las relativas a la asignación de subvenciones. No lo soportaron. Los responsables directos son de sobra conocidos. Algunos ocupan cargos públicos; otros están de moda.

“¿Qué fuiste a hacer a Praga, Feito? ¿Con quien te reuniste?” insistía Ramos, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez …  Tenía pasaporte cubano y no me concedían residencia en España más que de tres en tres meses. Hasta bien entrada la mitad de los años setenta, la Brigada Político – Social ha sido una molestia, una perturbación y una presión en la vida de algunas personas, yo entre ellas.

Y la verdad es que aún, a día de hoy, no he estado en Praga. Es una de mis asignaturas pendientes: visitar la hermosa ciudad de Praga. Estuve en Budapest, en Viena y en Bratislava; y también en Roma, Helsinki, Zurich, Ginebra, Basilea, Milán, y Granada. Todas ellas merecen relatos a parte. Pero no estuve en Praga, en la bella ciudad de Praga, donde Kafka veía las manifestaciones obreras y veía ya como aparecían en ellas las cazadoras de cuero negro de los comisarios políticos.

Estando en Berlín oriental (1970?) falleció en Praga el General Modesto y, claro, de todos los afiliados al PCE residentes en Berlín que tenía una relación cordial con Modesto era yo, motivo por el cual corrió el rumor de que yo debería asistir a los funerales que se celebrarían en Praga, representando a la Agrupación berlinesa del PCE. Pero claro, yo era crítico en aquel contexto, es decir, estaba en contra de la intervención de los tanques soviéticos en Praga y de las tesis pro soviéticas del Coronel Líster (Coronel y no General, pues no aprobó el curso del Alto Estado Mayor del Ejército Soviético). Total, que me quedé sin ir a Praga.

Modesto era una persona muy abierta, afable y se llevaba muy bien con la gente joven. Había sido tonelero en el Puerto de Santa María y afiliado a la CNT. Posteriormente ingresó en el PCE. Yo le conocí en alguna reunión de la organización estudiantil del PCE celebrada en Paris. Líster, sin embargo, tenía un perfil completamente diferente. Era autoritario, esquemático y dogmático. En el Congreso Mundial de la Paz en Helsinki avanzó amenazante hacia mí y se interpuso Ángel González y Antonio Ferres. Y ello como consecuencia de que yo había defendido el funcionamiento democrático de la Delegación Española (lo contaré con todo detalle en otro pasaje de mis memorias).

Praga es conocida por los famosos Juicios de Praga, donde dignos luchadores contra las tiranías nazis fueron torturados y ejecutados por la policía política comunista. Praga era considerado por gentes del tipo Ramos como un centro internacional de organización comunista.

En Praga tenía su sede la Unión Internacional de Estudiantes, cuya dirección se suponía infiltrada por la KGB. La otra asociación internacional de estudiantes era la CIE (Conferencia Internacional de Estudiantes), con sede en Leiden (Holanda); ésta tenía fama de estar infiltrada por la CIA. Los estudiantes demócratas españoles, al igual que los franceses, optábamos por mantener relación con las dos y con cierta distancia a las dos. La UNEF estaba afiliada a ambas. Aún recuerdo mi intervención en un Seminario Internacional de Estudiantes celebrado en Helsinki en el invierno de 1965 (¿) a orillas del mar helado, con un traje de verano que me habían prestado. Ante los enfrentamientos que se registraban entre miembros de ambas asociaciones internacionales, en mi intervención les recordé a ambas partes que “nosotros no hemos vencido aún al fascismo”, es decir, les recordé que ellos habían sido aliados contra las potencias del eje hasta 1945. De este modo conseguíamos el apoyo unánime al movimiento estudiantil español democrático de todas las asociaciones de estudiantes. Y esto era lo que más molestaba al régimen de Franco, tal como me ponía de manifiesto el comisario Ramos: “andar por Europa hablando mal de España”, decía.

En Praga se editaba la llamada Revista Internacional, última reminiscencia de la estructura internacional del llamado movimiento comunista internacional. Era un ladrillo editado en papel biblia, difícil de leer y carente de toda inquietud de búsqueda y de análisis. La verdad era que Praga, aparte de su belleza, era una sociedad aburrida y en la que había menos libertad que en la España de Franco, según pude observar a través de amigos. Si, si, no hay que escandalizarse, es la verdad. En los años sesenta, en esos países, llamados de socialismo real no existían siquiera los equivalentes a las revistas Triunfo y Cambio 16, dicho sea con ánimo ilustrativo.

Roque Dalton, militante del Frente Farabundo Martí de Liberación (El Salvador), intelectual valioso y honesto, autor de Historias de Pulgarcito, formaba parte de la redacción de la Revista Internacional. No soportaba ni la revista, ni la vida amordazada de Praga. Y no la soportó. Se marchó a El Salvador. Se encontraba más tranquilo en primera línea. Y allí, los suyos lo fusilaron después de un juicio sumarísimo.

“¿Qué fuiste a hacer a Praga, Feito? ¿Con quien te reuniste?” insistía Ramos, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez … con la seguridad de quien posee la clave de todas las preguntas. (Cuando me interrogó en 1965, su certeza subyacente, era que detrás del movimiento estudiantil democrático se agazapaban viejos comunistas, cosa que también era totalmente falsa).


Nunca fui a Samarcanda, contaba yo en otro pasaje de mis memorias. Tampoco estuve en Praga.

miércoles, 7 de agosto de 2013

EL HAYEDO DE WEIMAR

 
EL HAYEDO DE WEIMAR
[de mis memorias – 6 de agosto de 2013]

1967. Leipzig. Herder Institut. Excursión a Weimar y aledaños. Nos conduce la profesora de Alemán. Mediana edad, bondadosa y judía. No recuerdo su nombre. Ni tampoco recuerdo los nombres de mis compañeros de clase. Sólo la nacionalidad de alguno de ellos. Un irakí, un libanés, un argelino, un boliviano, un palestino, uno de los emiratos árabes unidos, ….

La casa de Goethe. Los jardines bucólicos, románticos, por don éste paseaba con su amigo Schiller. Ya habíamos bebido alguna cerveza en el Auerbachskeller, allí donde Mefistófeles inició negociaciones con el Doctor, bastante antes de haber leído el Faust de Goethe.

 

En nuestro libro de Alemán figuraba un verso de Goethe:

Mein Leipzig
Lobe ich mir.
Es ist ein klein Paris
Und bildet seine leute

La Bauhaus. Die weimarer Republik. Y después, un corto viaje a los aledaños de Weimar, al „Hayedo“, al „Bosque de hayas“. Que dicho en Alemán pierde toda su trivialidad: Buchenwald. Adquiere el significado de Mal radical, Das radikal Böse.

Jedem das Seine, escrito en letras de hierro sobre el arco que cubre el portón de entrada al campo de concentración de Buchenwald. A cada uno lo suyo, podría ser la traducción al Español. Un gigantesco montón de pelo humano, una lámpara de mesa realizada en piel humana, ….

La profesora me dice que haga un discurso a propósito de la visita a Buchenwald. Naturalmente en Alemán, que era el único idioma común al grupo o, más bien, estaba llamado a serlo. Era mi primer curso de Alemán, casi a comienzo de curso. Con gran esfuerzo logré hilvanar algunas frases. En resumen dije que en el futuro nosotros regresaríamos a nuestros respectivos países, donde seríamos técnicos, profesionales. Que dirigiendo y gestionando aquel campo de concentración (Konzentrationslager) había profesionales y técnicos que consideraban que estaban realizando su trabajo. Y eso era inaceptable. No se pueden aceptar funciones técnicas y profesionales contra la libertad, contra el respeto a los seres humanos, contra 
la justicia … Y que en esos casos no cabía la justificación de “obedecer órdenes”. Había defendido la jurisprudencia del tribunal de Nüremberg. Lo comprendieron todos. Desconozco el grado de aceptación de las ideas expuestas, pero la profesora me felicitó.

Nos paramos en los cimientos del Bloque 40. Era el bloque de nuestro compatriota Jorge Semprún, el cual relata sus vivencias en “La escritura o la vida” (Tusquets Editores. Primera edición: abril 1995). Había sido conducido allí en abril de 1943, tenía veinte años. Unos meses más tarde nacía yo en una clínica situada en un país de retaguardia de la Segunda Guerra Mundial.

Releo los relatos de Semprún. En su conversación con el teniente norteamericano que formaba parte de las tropas que los liberaron, dice: Lo esencial – digo al teniente Rosenfeld – es la experiencia del Mal. Ciertamente, esa experiencia puede tenerse en todas partes ….No hacen ninguna falta los campos de concentración para conocer el Mal. Pongo en negrita y subrayo lo que precede porque he tenido la oportunidad de constatarlo empíricamente en Asturias y en estos concejos cercanos. Y prosigue Semprún: “Pero aquí, esta experiencia habrá sido crucial, y masiva, lo habrá invadido todo, lo habrá devorado todo … Es la experiencia del Mal radical …”

Resulta evidente el enlace con Kant y con Hanna Arendt cuando nos habla de “la banalidad del mal” y cuando nos dice que Eichmann dejó de ser kantiano desde el momento que le asignaron la responsabilidad de organizar la logística de la “solución final”, contra lo cual, según él, sus convicciones y acciones individuales perdían todo sentido.

Y quiero terminar este pasaje autobiográfico volviendo a citar a Semprún en “La escritura o la vida”:

“La singularidad de Alemania en la historia de este siglo es manifiesta: es el único país europeo que le ha tocado vivir, padecer, y asumir críticamente también, los efectos devastadores de las dos iniciativas totalitarias del s. XX: el nazismo y el bolchevismo” (…)”… las mismas experiencias políticas que hacen que la historia de Alemania sea una historia trágica, también pueden permitirle situarse en la vanguardia de una expansión democrática y universalista de la idea de Europa”(…)”Y el emplazamiento de Weimar – Buchenwald podría convertirse en el lugar simbólico de memoria y de futuro.”