“EL DILEMA DE ESPAÑA” [II]
[Entre Venezuela y Dinamarca
– algunas acotaciones a Luis Garicano –]
Leo la entrevista de Luis
Garicano en El Mundo (17/01/2014) y continúo leyendo su libro
“EL DILEMA DE ESPAÑA”, “a saltos”. A “saltos” y a “sobresaltos”.
Sobresaltos por lo que considero una gran coincidencia con la realidad. Y
sobresaltos porque, encuentro nuances que no comparto, las cuales pretendo acotar con sincera modestia, sin
pretensiones, en estos textos breves. Y mantengo lo ya dicho: Me parece un libro
muy pertinente, muy necesario y que recomiendo a todo el mundo.
Estoy convencido, como puse
de manifiesto en repetidas ocasiones, que la socialdemocracia española,
responsable de iniciar una fase final en la modernización española,
acogió, difundió, aplicó de manera
errónea este concepto, dilapidándolo, al no entender que la trinidad compuesta
por mecanismos de control / transparencia / confianza constituye un
vector indispensable para el
funcionamiento adecuado y el desarrollo del sistema económico. Esta trinidad
constituye, igualmente, un vector indispensable para el funcionamiento adecuado
y el desarrollo de las externalidades que interaccionan con el sistema
económico (sistema político – jurídico y sistema cultura). En estas
circunstancias estaríamos en un escenario de bajos costes de transacción sin
incurrir en costes de jerarquía disuasorios para los emprendimientos
Dice Luis Garicano en
la página 26 y resulta muy difícil no coincidir con él: Cabe pensar que
el crecimiento económico deriva de la acumulación de recursos. Se ahorra más,
se combina más trabajo y más capital y se produce más riqueza para todos. Pero
este crecimiento ‘extensivo’ tiende a producir rendimientos decrecientes. Por ejemplo,
una explotación agrícola en la que se añade más capital y más trabajo produce
más, pero cada vez el incremento es menor hasta que se agota. Y si esto es así
¿cómo pueden las sociedades continuar creciendo indefinidamente? Y nos
lo explica e ilustra con gran claridad y sencillez, sin recurrir al cálculo diferencial.
Y prosigue Garicano a
continuación: La respuesta está en las nuevas ideas. Son las nuevas
ideas, las innovaciones, las que nos permiten hacer más con los mismos recursos
(…) No tienen rendimientos decrecientes. Y en pág. 27: las ideas
derrotan así la ley de hierro de los rendimientos decrecientes. Lo dice
con gran sencillez y claridad. De manera más complicada, podríamos decir que los
sistemas cerrados son entrópicos y que los desarrollos en el sistema económico
son posibles porque éste es abierto. Abierto además de al sistema
jurídico-político, es abierto al sistema – cultura y al sistema – naturaleza.
Las externalidades aportan negentropía, es decir, conocimiento. Por ese
motivo los sistemas cerrados tienden hacia el “estado estacionario” y
perecen, mientras otros se desarrollan. Por el mismo motivo no se verifica la “Ley
de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia” formulada por K. Marx.