DE INNOVACIÓN A
MUSEOS ETNOGRÁFICOS [3/ 3]
(O del HUCA –Asturias – al
Rheinisches Landesmuseum für Volkskunde – Kommern, Alemania -)
En el reverso de los sincretismos
perversos[1]
(bloqueantes del desarrollo individual y de grupo) encontramos las síntesis
adaptativas eficientes[2].
Antecedentes de estos conceptos los encontramos, entre otros, en “Contrapunto
cubano del tabaco y el azúcar” (1940) de Fernando Ortiz, obra prologada por el antropólogo
funcionalista Bronislaw Malinowsky.
Bien, pues los museos
etnográficos, al contribuir a que “no perdamos el hilo”, contribuyen de manera
importante a la consecución de síntesis adaptativas eficientes,
es decir, contribuyen a la innovación. La historia de cómo diferentes
tecnologías, diferentes innovaciones, se adaptaron eficientemente (es decir,
contribuyendo al desarrollo del grupo humano), nos permiten aprender a cómo se
hace esa adaptación de lo nuevo; aprender a ver qué encajaba en la realidad y
porqué; qué no encajaba en la realidad y porqué; y porqué algunas novedades
encajan en otro sitios y aquí, no. Este “clima” socialmente expandido,
particularmente entre los más jóvenes, constituye un incentivo para la
investigación y para la investigación aplicada. La visión de la tecnología como
magia o como exorcismo conduce a los sincretismos perversos, que
van acompañados de improvisación.
Museo Renano al Aire
Libre para la Etnografía
El Landschafaftsverbandes
Rheinland (Asociación del Paisaje de Renania) funda en 1958 el Museo
Renano al Aire Libre para la Etnografía, siendo así el primer museo de su
tipo en Alemania. La idea de los museos al aire libre tenía ya más de cien años.
Leemos en la propia guía del
museo (traducción propia): “hacia mediados del s. XIX surgen los primeros
grandes museos histórico – culturales y se despierta el interés en las
construcciones campesinas y los objetos materiales de la cultura popular. Era
ésta la era de las grandes exposiciones nacionales y mundiales, que surgieron
en el marco de la presentación orgullosa del progreso de las técnicas y los
oficios, pero también, cada vez más, para exhibir muestras de la cultura
nacional y y la historia de los estados participantes. En la Exposición Mundial
de Viena de 1873 fue presentado por primera vez un grupo de casas campesinas de
diferentes regiones europeas. Con ello había nacido la ‘aldea etnográfica’ …”