¿PUEDE SURGIR ALGO BUENO DE TODO LO QUE HAY?
José Feito
Fernández
Oviedo, 23 de febrero de 2014
Avanzo respuesta: lo dudo
mucho. Pero permítaseme una petición de principio y una
afirmación kantiana: hay que salvar la esperanza.
El elemento diferencial de la
crisis económica española es la corrupción.
Sería obligado comenzar
refiriéndome a los datos que permiten
llegar al diagnóstico de la situación. Prescindo de ello, dado que los datos
sobre la situación española son continuos, diarios y en catarata creciente.
Pueden ser percibidos por cualquiera en sano uso de sus facultades
intelectivas.
Lo dudo mucho. No hay proyección lineal que, desde el presente, conduzca a algún sitio deseable. Deben
aparecer nuevas variables. Éstas son de difícil identificación. No percibo más
que repeticiones en círculo de casos históricos no válidos. Ante esta, a mi
modo de ver, indeterminación, procedamos a realizar un ensayo
consistente en acotar espacios posibles de solución.
La Gran Coalición. Uno de los espacios de ideas presupone que esto es Alemania
y que las soluciones se encontrarían en una Gran Coalición. No, esto
no es Alemania. Y si las cúpulas del PSOE y del PP se ponen de
acuerdo para acabar con la corrupción, creo que estaríamos en algo muy
peligroso y evitable. Se pondrían de acuerdo en una especie de amnistía de
la corrupción. Quedaría pues tapada cualquier senda de búsqueda de las
causas precisas. Quedarían obviadas las medidas que pudieran impedir / disuadir
su repetición en el futuro. Y, muy especialmente, no se estaría dando un
ejemplo a la sociedad civil (fortaleciéndola en su capacidad de vigilancia del
delito). No se estaría fortaleciendo la democracia, ni la moral ciudadana, ni
la participación ciudadana.
El suicidio. ¿Podrán
los partidos políticos o sus cliques dominantes (o, tomando prestado de
un amigo la expresión, su “burocracia sacerdotal”) abordar la tarea de
acabar con la corrupción rampante que nos invade? No se perciben signos que esa
“burocracia sacerdotal” se vaya a suicidar. El suicidio del Movimiento Nacional constituye
una excepción que se produce al combinarse una presión exterior muy fuerte, con
factores muy prolongados de disolución interna y con el surgimiento de una
corriente liberalizadora interna.
La providencia. Creo que
resulta evidente que no debemos dejar que intervenga la providencia.
Pues amén de caprichosa, sus salidas nunca son democráticas y dictaduras,
aunque sean de los “buenos” y más o menos “blandas”, solo nos conducirían al
principio del círculo. O, como ya dijo alguien: “dictadura ni la de los
buenos”.
La causa / culpa de la
situación española no es la democracia. No se trata, por tanto, de destruir la
democracia. Antes bien se trata de ver porqué y dónde no es democrática o
bastante democrática.
La transparencia. Como ya vengo diciendo desde hace mucho tiempo, el
problema reside en la falta de transparencia en el manejo de los asuntos del
común, especialmente en aquellos que afectan a más de cuatro años, a áreas
territoriales y aquellos otros que, simultáneamente o por separado, comportan
el movimiento de cantidades significativas de recursos financieros. Y como
ya dije también, el problema es doble, hay que diseñar “el collar” y hay
que determinar “quien le pone el collar al gato”.
La sociedad civil. Todo
parece señalar que la solución debe ser acotada en el área de la sociedad
civil. Pero ésta, para actuar, debe convertirse en sujeto político,
debe llegar a fórmulas organizativas dotadas de algún tegumento programático.
Esta doble capacidad organizativa y teórica resulta en verdad muy compleja
siempre. Pero, además, debemos realizar un rápido chequeo a la sociedad
civil española. Como es de sobra sabido, el dictador Francisco Franco,
murió gobernando en su ancianidad. La sociedad española no fue capaz del acopio
eficaz de energía para traer la democracia a España. Y afinando la cuestión
¿Qué tránsito ha realizado la sociedad civil española desde el inicio de la
transición política a la democracia (1978?) hasta el presente (2014)? ¿Se ha
visto fortalecida en su espíritu ciudadano, en su moral cívica y pro-activa?
Un último espacio
acotable. Hasta aquí llega hoy nuestra “ciencia”. Finalmente,
resulta pensable una actuación de los elementos más lúcidos y honestos en el
interior de los partidos políticos, simultaneada con la acción de los elementos
más lúcidos y honestos de la sociedad civil con un único componente programático:
TRANSPARENCIA EN EL MANEJO DE LOS ASUNTOS PÚBLICOS.