¿LO MÁS DESTACADO EN 2013?
¿O LO MÁS DESTACADO EN ESPAÑA?
Suele hacerse un balance el
último día de un año. Suelen hacerlo los individuos y los medios de
comunicación. Resulta imposible no haber leído o escuchado algún resumen.
Los acontecimientos de cierto
relieve son muy numerosos. Destacan dos fenómenos: la cifra de desempleados
(superó el 26% de la población activa y el 50% de los jóvenes en edad de
trabajar) y la corrupción (cuyos datos diarios abarcan desde simples concejales
de pequeños ayuntamientos hasta los entornos de las más altas instancias de las
organizaciones políticas y sindicales, así como de la Administración pública). No
se trata de fenómenos nuevos, sino que constituyen la continuación persistente
de una tendencia.
Desempleo y corrupción son efecto de causas más profundas. Sin lugar a
dudas, las políticas económicas practicadas por los gobiernos de
Zapatero, asistido por su Ministro de Economía, Sr. Solbes, así como por sus asesores,
son responsables en una medida importante. Pero lo acabado de decir no agota la
delimitación del problema. Zapatero y sus gobiernos han tenido responsabilidad,
pero no se trata de una imposición externa a los españoles, fue nombrado
candidato por su partido y fue elegido por los españoles.
Pero procedamos a un análisis
de más alcance. En primer lugar, la crisis económica ha sido mundial.
En segundo lugar, afectó a la totalidad del sistema económico no
pudiéndose, por tanto, reducirse a algunos aspectos de su estructura, es decir,
ha sido sistémica. En tercer lugar, en el caso español, al
menos, destaca su virulencia tanto en el sistema económico como en el
sistema jurídico – político y en el sistema cultura (representaciones, valores,
normas no formalizadas jurídicamente y su validación social).
En el plano universal y en el
teórico, habiendo quedado demostrada históricamente la incapacidad del plan
central para regular el sistema económico; habiendo quedado demostrada,
igualmente, la incapacidad del mercado
para regular el sistema económico; se venía imponiendo la certidumbre de que el
mercado junto con un conjunto de mecanismos de control/intervención
sí, constituía un regulador adecuado que alejaba las crisis cíclicas, advertía
sobre su proximidad y contribuía a su amortiguación.
Qué ha ocurrido? Pues la
certidumbre en la capacidad regulatoria de la combinación mercado + control/supervisión
resultó fallida. Han fallado las auditorías (el inolvidable y profético caso
Enron; los controles realizados por la Autoridad Bancaria Europea
(AEB) con resultado bondadoso en los casos de la entidad franco-belga Dexia
y le la española Bankia, requiriendo ambas posteriores
“rescates”). Ha fallado el Fondo Monetario Internacional (ni avisó, ni
se enteró, ni adquirió conocimiento de la etiología del problema). El Banco Central
Europeo solo logró evitar una crisis insalvable del Euro por los
sucesivos y meritorios “parches” colocados por Mario Draghi. Los Acuerdos
de Basilea (ahora Basilea III) responsables de establecer la fiabilidad de
la banca a nivel mundial, tampoco han aportado ni luz, ni aviso. El Banco de
España, la Comisión del Mercado de Valores, el Instituto de
Contabilidad y Auditoría de Cuentas, el Tribunal de Cuentas y sus
“sucursales” provinciales como la Sindicatura de Cuentas en Asturias, …
Y una de las características especialmente
presente en el caso español, es que la crisis en el sistema económico
hizo muy visibles en superficie las
relaciones sistémicas entre el sistema económico, el sistema jurídico –
político y el sistema cultura: poniendo de relieve con ello de manera
difícilmente obviable la relación
sistémica entre la crisis en el sistema económico y las crisis en el sistema
jurídico – político y en el sistema cultura (que incluye la norma moral
hegemónica).
La corrupción o
apropiación privada de bienes ajenos y públicos, al margen del sistema
económico, al margen del sistema jurídico – político (o aprovechando
sus huecos de éstos, lo que viene a ser lo mismo, pues la sospecha generalizada
adquiere cada vez más consistencia de que se hace en connivencia con los
llamados a mantener los mecanismos de control) y al margen del sistema
cultura / norma moral (quizás alterándolo/corrompiéndolo previamente,
mediante la introducción de confusiones semánticas, de novedades que no son
innovación sino sincretismos bloqueantes,[1] ….). La
solución del problema mecanismos de control / supervisión va sistémicamente
unida a la solución de problemas que se presentan en el sistema jurídico –
político y en el sistema cultura.
Por tanto, la crisis en el
sistema económico español con su correlato de desempleo elevadísimo, permite
trazar el vector que atraviesa en doble sentido (sistémicamente) los problemas
de mecanismos de control / supervisión,
los problemas políticos y de regulación jurídica de España, así como los
problemas de norma moral y su operatividad social.
Finalmente, tal parece que la
crisis sistémica de España tiene antecedentes más atrás que los años 2007 –
2008. Tomemos algunas ilustraciones al respecto.
Desde el punto de vista de política
económica, debe ponerse en duda el uso de fondos estructurales sin sopesar
adecuadamente los objetivos, en cuanto a prioridad estratégica, así como en cuanto
a su eficacia y eficiencia.
Desde el punto de vista de mecanismos
de control y de norma moral, recordemos que durante los gobiernos de Felipe
González se encontraron simultáneamente en la cárcel el Jefe del banco emisor y
el Jefe de las fuerzas de orden público. Y admitamos que esto no resulta
frecuente, al menos, en países de la OCDE.
La transición hacia la democracia
en España entrañó graves dificultades. El dictador muere anciano y
gobernando, desde su lecho. Ello equivale a que las fuerzas democráticas
no tuvieron por sí mismas suficiente fuerza para expulsar al dictador y traer
la democracia. Sólo la existencia de una corriente democratizadora dentro del Movimiento
Nacional aportó la condición suficiente para el tránsito democrático. Este
tránsito se hizo en condiciones superando múltiples peligros (y aquí destacan
la figura de Adolfo Suárez -con la UCD- y del rey Juan Carlos
–con sus asesores-).
La etapa posterior a los
gobiernos de UCD hubiera sido la propicia para abordar o para iniciar el
abordaje de todo el entramado de mecanismos de control que dieran
transparencia / confianza al manejo de los asuntos públicos. Y con ello dar
pasos decisivos en la modernización del país. Lejos de ello, se eliminaron los
escasos mecanismos de control y no se diseñaron e instalaron los necesarios
para un régimen democrático recién nacido. Se extendió entre las minorías gobernantes
y sus próximos la idea de que ganar unas elecciones facultaba al ganador para
prescindir de cualquier mecanismo de control / supervisión (procedimientos) y a
actuar al margen de la norma moral común en nuestra cultura.
El diferencial más grave
de España es la insuficiencia / ineficacia de los mecanismos de control /
supervisión. España tiene pendiente,
como tarea urgente y prioritaria abordar un reengineering de todos
los mecanismos de control / supervisión, desde aquellos que están situados
en el sistema económico hasta los que lo están en el sistema jurídico
– político (normas positivas) y en el sistema cultura (que incluye normas
morales y que abarcan a todo ciudadano con independencia de su posición y
función).
[1]
Es muy usual denominar “solidaridad” a lo que es encubrimiento o complicidad en
la vulneración de la norma jurídica o cultural (moral)