ADOLFO SUÁREZ,
EN LA MEMORIA DE LA TRANSICIÓN ESPAÑOLA A LA DEMOCRACIA
Suárez supo situarse en la
línea de fuerza de la transición española a la democracia. Supo situarse y
formó parte de la cabeza tractora del proceso hacia la democracia en España.
Sin sangre, a pesar del empecinamiento de unos y otros. Sorteando una crisis
económica gravísima (con tasa de inflación y paro tercermundistas). No, no
todos apostaron por esa línea que se reveló como la línea de fuerza histórica y
positiva. No, no todos fueron sus continuadores. No, hubo tareas históricas
posteriores que quedaron y quedan aún, sin abordar.
Quedó sin abordar un empuje
decisivo en la modernización de España, cuyo principal renglón era dotar a este
país de un sistema de mecanismos de control que fuese disuasorio ante cualquier
intento de de corrupción. Mecanismos de control que diesen transparencia a la
gestión de los asuntos del común. Que generasen confianza. Que fomentase el
espíritu ciudadano.
Y, rehuyendo ese deber, lo
sustituyeron y lo sustituyen por populismos demagógicos. En lugar de fortalecer
la sociedad civil, el espíritu ciudadano, resucitan la división civil.
Quedó y queda sin abordar la
transparencia en la gestión pública y la transparencia en la gestión de los
partidos políticos. Transparencia indispensable para alcanzar una democracia, una sociedad y un sistema económico fuerte, avanzada y estable. Una España fuerte, avanzada y estable. Dicho sea todo ello en honor al mejor presidente de
gobierno que tuvo España en la actual democracia.