EN LA MUERTE DE
MANDELA
[5 de diciembre de 2013, víspera del
Día de La Constitución]
En la muerte
de Mandela los medios de comunicación nos inundan con la noticia y con
discursos de diverso signo y de diversa profundidad y alcance.
Tres ideas
quiero retener, entre tantas:
Una, fue un ejemplo de luchador en condiciones
muy duras, muy difíciles y muy prolongadas. Desde abajo, contra un régimen
potentemente instalado.
Segunda, era una buena persona y un gran
estadista. De esos que saben ver muchos metros por delante de los otros. De
esos que quieren y, porque quieren saben, saben hacer proyecciones de futuro
más allá del corto plazo.
Tercera,
supo refundar una nación. No pregonó la venganza. Formuló y ejerció la
reconciliación nacional. Supo ser coherentemente y consecuentemente
antirracista.
Con mi
emoción, mis recuerdos alcanzan a aquella gran fiesta de los estudiantes
surafricanos (1969 ó 1970?, no recuerdo bien, en Berlin – Karlhorst). Siempre
me sentí (y me sentiré) orgulloso de ser uno de los dos blancos presentes. Cómo
tocaban el piano! Cómo tocaban el saxofón! Y cómo bailaban! [Estaba allí
también mi amigo congoleño (el economista Mario Tschavo Mukuna, no hace mucho
fallecido en Köln), que había logrado huir en los momentos en que asesinaban a
Patrice Lumumba].