jueves, 20 de septiembre de 2012


SANTIAGO CARRILLO

- cuatro reflexiones a propósito de su muerte -

 

 

El fallecimiento de Santiago Carrillo, Secretario General del Partido Comunista de España (1959 – 1985) ocurrido el 18 de septiembre de 2012, me lleva a repasar brevemente algunos momentos de los que fui testigo y a realizar algunas reflexiones rápidas.

 

1. BERLÍN ORIENTAL. Conocí a Santiago Carrillo en Berlín Oriental en el año 1969. Eran los tiempos de la escisión del PCE encabezada por Enrique Líster. Se celebraba una reunión de la Agrupación de Berlín oriental, al final de la cual yo era uno de los tres únicos militantes que estaba de acuerdo con la condena de la intervención de los tanques del Pacto de Varsovia para ahogar la Primavera de Praga. Al final de la reunión Santiago Carrillo me dijo, “ven a verme al Hotel del Comité Central” (del SED “Sozialistische Einheitspartei Deutschlands” = “Partido Socialista Unificado de Alemania” = partido comunista de Alemania oriental). “Te estaré esperando, por si no te dejan pasar”. Y, efectivamente, me estaba esperando en una especie de pasillo abierto situado en el primer piso, con vistas al gran hall del lujoso hotel.

 

Nos entrevistamos en su habitación. Lo primero que dijo fue: “Yo sé que tienen micrófonos puestos, pero yo voy a hablar libremente”. Cuando cautelosamente me referí a la ausencia de socialismo en aquel país y a la complejidad y a las dificultades de una transición hacia el socialismo, él me interrumpió y dijo claramente: “Aquí no hay libertad. Es imposible que haya socialismo sin libertad. Sin libertad no puede haber socialismo”.

 

2. ASTURIAS. En Asturias, su tierra, Santiago Carrillo fue mal recibido. Él y sus ideas. La mayoría de la organización del PC en Asturias estaba en contra del abandono del Leninismo, aprobaban la intervención de los tanques de la URSS contra la Primavera de Praga, etc. Por eso un importante número de militantes abandonaron el Partido Comunista. Lo paradójico reside en que muchos de ellos ingresaron posteriormente en el PSOE, donde ocuparon puestos de relevancia.

 

 

 

3. LA NO RENOVACIÓN DEL PCE.

 

En el marco de posiciones críticas que mantuve siempre, yo consideraba que el PCE no había efectuado la renovación para la cual disponía de mejores cuadros dirigentes y militantes (integrados en los más diversos medios sociales de España) que el PSOE, que sí la hizo. Y Santiago Carrillo había tenido responsabilidad en ello, así como en un continuo flujo de expulsiones y desafecciones. El discurso del PCE y sus rostros visibles hubiesen cambiado. Hoy, a la vista de lo ocurrido en Italia con el PCI y en la ya extinta URSS con la Glasnost y la Perestroika de Gorbachov, me pregunto si eso hubiera evitado la quiebra total del PCE.

 

4. LA ÉPOCA FINAL DE SANTIAGO CARRILLO. En su última etapa, Carrillo careció del nervio intelectual y ético para enfrentarse a la quiebra del PCE (política, social, teórica), así como a la quiebra definitiva del experimento llevado a cabo en los países del llamado “socialismo real” (quiebra económica, social, teórica y política). El propio Carrillo me había transmitido en la entrevista de 1969 en Berlín oriental la causa central de ambas quiebras: la falta de libertad. La ausencia de libertad dio lugar a que se careciese de ideas y de personas alternativas adecuadamente cualificadas y reconocidas. Cuando los debates se cierran mediante la liquidación física, la calumnia, la expulsión a las “tinieblas exteriores”… se elimina la capacidad de reproducción eficiente de cualquier organización, se llega a un estado de entropía. Los sistemas cerrados, ya se sabe, son entrópicos.

 

Santiago Carrillo cerró un círculo sobre sí mismo, regresando al área del PSOE. Y lo hizo de la peor manera o en el peor momento. Se echó en brazos del PSOE de Zapatero, contribuyendo a la resurrección del espíritu de guerra civil, negando así la política de reconciliación nacional (que él mismo encabezó) y contribuyendo a cuestionar los consensos básicos de la transición (en cuya creación el mismo había colaborado de manera lúcida y valiente).

 

Quizás su deriva progresiva hacia el PSOE puede que venga a corroborar sincrónicamente lo que la historia nos muestra: los partidos comunistas tenían una matriz socialdemócrata básica de la que procedían. Carrillo cierra el círculo, regresa, no avanza en sus análisis (para los que, sin embargo, disponía de datos acumulados suficientes).

 

Y 5. Considero pertinente terminar esta nota diciendo: A medida de transcurre el tiempo, adquieren mayor relevancia aspectos positivos de la trayectoria de Santiago Carrillo, como son la política de reconciliación nacional, contribución decisiva a los consensos básicos de la transición y su oposición a las dictaduras de los países del “socialismo real”y su pronunciamiento por la libertad (“Dictadura, ni la del proletariado” dijo hace ya muchísimo tiempo). Pedir que nos dejase además una reflexión más certera sobre el futuro posible de las sociedades humanas puede que sea excesivo para un español nacido en Asturias en 1913.