jueves, 18 de agosto de 2011

¿CÓMO SE CREA EMPLEO? ¿CÓMO SE DESENCADENAN DINÁMICAS DE DESARROLLO?


¿DESCUBRIENDO NUEVOS TESOROS EN ASTURIAS?
¿ORO = EMPLEO?

Asturias parece siempre una región de ciclos. Una región cíclica. Es el eterno retorno. Después de los ciclos de la hulla, del acero de cabecera y de la leche de vaca, aparece, ahora, otro pretendido milagro: el oro. No el de Salas y Belmonte, no, el oro de Salave. Y, como siempre, el nuevo pretendido milagro nos obliga a profundizar en el gran mal bífido, bifurcado: la absolutización de los grande - potente, de lo que puede hacer muchas cosas en muy poco tiempo y de manera inmediata; bífido, porque está `presente en las representaciones colectivas y en las conceptualizaciones.

1. Las actividades mineras duran mientras dura el yacimiento.
2. Las actividades mineras no inducen actividades económicas duraderas en el entorno. 3. Las actividades mineras repelen otras actividades ya existentes o potenciales, que, esas sí, crean o pueden crear mucho más empleo y empleo sostenible en el medio y largo plazo.
4. Las actividades mineras repelen el poblamiento y destruyen dos factores importantes de actividad económica sostenible en el tiempo: patrimonio cultural y patrimonio natural.
5. Las actividades mineras se convierten en monoproducciones, por desalojo de otras actividades y no realimentan culturas emprendedoras. Genera mentalidades “de campamento” (“campamento minero”).

Por los motivos expuestos, determinados autores denominan actividades económicas
extractivas a todas aquellas que poseen similares características a las mineras, aun no tratándose de actividades mineras.

Pongamos el claro ejemplo del Concejo de Salas. El río Narcea constituye un entorno natural con capacidad para inducir la creación de actividad económica y empleo de manera diversificada y sostenible en el medio y largo plazo, lo cual implica no destruir la base sobre la que se asienta esa actividad económica, ese empleo. ¿Es lo correcto, desde el punto de vista de la actividad económica, del empleo, del desarrollo económico, la instalación de balsas de cianuro para lavar mineral de oro de la procedencia más diversa? ¿Es lo correcto, lo racionalmente económico instalar polígonos industriales en sus vegas? Estas actividades destruyen más empleo del que crean. Y dejan tras si un territorio con un entorno natural arrasado, repelente. Y repelen la cultura de la iniciativa, la cultura de la empresarialidad (esa sí, capaz de aprovechar adecuadamente recursos endógenos, capaz de desencadenar dinámicas de rendimientos crecientes de carácter recurrente, es decir, sin destruir las bases sobre las que se asienta) y la cultura de la ciudadanía.

Pongamos el claro ejemplo del Concejo de Salas. Los gobernantes municipales autorizaron de manera opaca (y en paralelo con operaciones de venta de fincas por aquel alcalde) la explotación de oro de Carlés. Esos mismo gobernantes municipales, en lugar de plantearse el aprovechamiento de los montes comunales para pastos (recurso natural que constituye una ventaja comparativa de la España húmeda -¿no ha venido siendo el minifundismo y la parcelación el dogal que estranguló el desarrollo ganadero de Asturias en condiciones de eficiencia y competitividad?), en lugar de procurar, en contacto con sus vecinos, traducir a derecho positivo actual la buena ley vieja de la propiedad en común de las brañas y pueblos del concejo; venden en condiciones de total opacidad los montes comunales para la instalación de torres eólicas (otro ejemplo de industria extractiva).

Pongamos el claro ejemplo del Concejo de Salas. Cuyos gobernantes municipales (derrotados en las últimas elecciones, hay que decirlo, a pesar de sus potentes redes clientelares y que dejaron un ayuntamiento con deudas ingentes, insostenibles y sobre cuyo volumen y origen aún no se ha adquirido certeza) enajenaron montes comunales para ser utilizados como canteras, atentando contra los poblamientos directamente circundantes (rememorando al Ceaucescu, el dictador rumano, con su plan de reasentamiento de poblaciones rurales, con el objetivo de desarrollar el país).

De la interacción entre entorno y actividades económicas.

Asturias ha vivido ampliamente este tipo de actividades extractivas. Pero ¿hemos adquirido experiencia que corresponde a lo vivido? Porque experiencia no significa únicamente haber vivido situaciones, la experiencia requiere la reflexión y el análisis sobre las mismas, así como la extracción de conclusiones. Y la experiencia de una sociedad requiere necesariamente que haya habido debate público, publicitado, plural y abierto sobre las situaciones vividas en común. Aquí hemos tenido la experiencia de la hulla (con unas comarcas mineras deprimidas) y la experiencia del acero de cabecera (con el prolongado desequilibrio entre producción de cabecera y transformados comerciales), a la cual, mucho más tarde, añadimos la de la monoproducción láctea (con la incapacidad de producir la cuota asignada).

Recuerdo un debate ocurrido ya hace muchos años, el cual originó un texto de Antonio Vázquez Barquero, experto en desarrollo endógeno (reconocido como tal en todo el mundo) y Catedrático de la U. Autónoma de Madrid. En dicho texto se afirmaba que no solo las pequeñas empresas y las microempresas podían contribuir al desarrollo local (modelo italiano de los distritos industriales), sino que también las grandes empresas podían contribuir significativamente al desarrollo económico, mediante la inducción de efectos incentivadores de la actividad económica diversificada, apoyada en recursos del territorio, sostenida en el medio y largo plazo.

Estamos de acuerdo, la bondad o la maldad de una empresa para actuar como factor de desarrollo económico de una localidad, de un área territorial, no dependen tanto de su tamaño, como de la naturaleza de la actividad, en primer lugar, así como con el tipo de estrategia con que se aborde esa actividad. Pero resulta indispensable otro factor, señalado también por el profesor Vázquez Barquero, la existencia de una representación de la sociedad local, de la comunidad, que negocie la aceptación y condiciones de la misma (entrando en ello las compensaciones por los efectos perversos o no deseados que podrían acompañar). He aquí el problema que ha venido siendo el más difícil en Asturias: la existencia de representantes locales que actúen con transparencia y que informen y recaben la participación ciudadana en decisiones que comprometen de manera muy relevante el presente y el futuro de un área territorial.

Aquí surgen varias cuestiones, que dejamos abiertas:
¿Haber ganado unas elecciones legitima suficientemente para hacer lo que desee el grupo gobernante? En la adopción de decisiones estratégicas ¿no viene obligado el grupo legítimamente y democráticamente gobernante a informar a la ciudadanía y a abrir debates públicos para recabar opinión? ¿Estaremos hablando entonces de un sujeto territorial de desarrollo, a los efectos de promoción del desarrollo económico local? ¿En qué consiste el enfoque bottom – up (de abajo hacia arriba) del desarrollo económico que ha venido planteando la Comisión Europea en todas sus iniciativas y a partir del L.E.A.D.E.R? ¿Bottom up significaría que las decisiones de subvención las efectúen los alcaldes mediante ventanilla e impreso rígido, en lugar de tener lugar en Madrid o en Oviedo? ¿O estaríamos hablando de una intervención en la promoción del desarrollo económico desde abajo, que rompe con la tradición de la social-democracia, que negociaba con las grandes empresas desde los ministerios o trasladandola a sus sucursales provinciales y municipales? [Y añado, aunque lo entiendo superfluo: lo expuesto no tiene relación con la democracia directa]